Lea pa’ que hablemos, o más bien, por beneficio suyo
Por: Efraín Sánchez
Vivimos en un país donde el promedio de libros leídos por año es de 1,6, algo que parece ser ilógico cuando hay algunos que leemos más de un libro por semana. Un libro tan importante para la historia colombiana, como 100 años de soledad, de Gabo, según W radio, ha sido leído únicamente por el 32,7% de los colombianos, una cifra triste y alarmante.
Algunos se consuelan por preferir la productividad, otros, dicen ser los próximos Nayib Bukele o Mark Zuckerberg, que sin terminar la universidad se volvieron maestros en sus áreas. Lo triste de esto es que al final del día terminan con la cabeza vacía, o seguramente llena de larvas. Con la imposibilidad de pensar con el cerebro y terminan haciendo un mínimo intento de raciocinio con el hígado. Esto por pensar que su nivel mental está por encima de cualquier línea escrita en un libro.
En Colombia únicamente leemos para lo que nos conviene, y en algunos casos lo hacemos mal. Asociamos el ingreso de dinero del narcotráfico a una campaña (proceso 8000) con corrupción política, algo que para la porción de colombianos leídos es un absurdo completo. Pretendemos hacer alusión a ciertos eventos que no comprendemos en su amplitud y quedamos en el aire y en la risa del público, y todo esto, por leer solo la parte de la historia que nos conviene mostrar, o simplemente por habernos quedado en el universo de la lectura del Nacho Lee.
Algún día escuchaba un muy buen consejo, donde se decía que habían dos formas de viajar y que una de ellas era mediante la lectura, la otra ya podrás asumir cuál es. Desde entonces he comprendido que en la lectura, así como se pueden construir universos paralelos, también se pueden construir sincrónicamente conceptos que ayuden a apoyar a la sociedad
Recuerda que no leer es quedarse siempre en la misma parte, en el mismo lugar. Por eso hoy quiero decirte: Leiga pa´ que se instruiga, o más bien, lea pa’ que hablemos.
