Opinión

¿Para qué educarnos? Mejor hablemos sin sentido

Por : Efraín Sánchez

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Hoy se debate mucho si el camino para erradicar la delincuencia son las cárceles o la educación, y solo puedo decir que cerrar el debate a estos dos conceptos es como decirle al cristiano que no vaya a misa, porque la única salvación espiritual es el mindfulness.

Soy un fiel creyente en la educación, es el motor más poderoso de transformación social. Estoy convencido que la educación, tal como dijo Miguel Rojas Sánchez, es el vestido de gala para asistir a la fiesta de la vida. Sin embargo, no lo es todo, debe complementarse y enlazarse con ejes transversales que le permitan tener un espectro más amplio.

Hace unos días conversaba con un buen amigo, hablábamos sobre política y los jóvenes Córdobeses. Poniéndonos de frente a la realidad y teniendo de intermediarios, en la conversación, el sentido crítico y el tacto social; con preocupación me decía que en un corregimiento de la subregión del San Jorge, en un punto de la vida, a los jóvenes les toca irse por la única puerta abierta hacia el futuro, un grupo al margen de la ley, la delincuencia. Queriendo ellos dedicarse a las actividades del campo, y otros con la ilusión de ser algún día buenos deportistas.

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Creer que la solución a las anteriores líneas y a muchos de los problemas de nuestro país es únicamente la seguridad es un error gigantesco. En escenarios como este nos daremos cuenta que el deporte podría ser la posibilidad de cerrar varias puertas a la delincuencia. También podemos analizar que la segmentación en planes educativos, en este caso el agro, también es un seguro para la no apertura de la puerta a la que tanto hemos hecho referencia. Pero recuerden, es más fácil construir país a través de la educación, que desde el bullicio proporcionado por la ignorancia.

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