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Pese a que se demostraban amor, la pareja de Garzones ocultaba una historia de violencia intrafamiliar

Para la comunidad del sector 20 de Julio en el barrio Garzones de Montería, el cruel asesinato de María Angélica Valencia, a manos –presuntamente- de su esposo, Vladimir José Rojas Arizal, fue un hecho ilógico e inesperado, ya que la pareja no dudaba en darse demostraciones de afecto de manera pública.

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Era común ver a la pareja sentada en la terraza de su vivienda, muy románticos; ella sentada en sus piernas muy amorosa, sin embargo, puertas adentro, la realidad era muy distante a lo que se demostraban en público.

En esta casa donde compartieron más de 3 años de matrimonio se habría consumado el crimen

Nora Rodríguez, madre de María Angélica, recordó que Vladimir era un hombre violento, celoso y controlador, que agredía a su esposa y en una oportunidad casi la deja tuerta y le dislocó un brazo: “Ella me llegó un día muy golpeada, con un ojo tuerto y el brazo roto de la paliza que él le dio, ella lo denunció, pero luego se retractó y siguieron juntos”.

María Angélica era de Florencia (Caquetá), desde allá viajaron sus padres en avión, cuando supieron, gracias a la dueña de la peluquería donde María trabajaba, que estaba desaparecida.

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Madre de la víctima espera que se haga justicia y que se encuentre y castigue al responsable de este atroz crimen

¿Cómo notaron su ausencia?

El jueves fue la última vez que los vecinos vieron a María; una mujer cariñosa, amable y buena vecina.

Los vecinos, aunque no escucharon nada, creen que Rojas Arizal la asesinó en horas de la madrugada del viernes 28, ya que ese día lo vieron sólo, en su rutina de siempre, caminando por el barrio, en su partido de fútbol y al caer la noche, sentado solo en la terraza, sin embargo, nadie en la cuadra extrañó la ausencia de María, sólo en el Spa donde laboraba.

“La patrona de ella llegó el viernes hasta aquí a preguntar por la mujer y le dijeron que había salido temprano a trabajar, enseguida supo que algo andaba mal y llamó a los padres y puso la denuncia de su desaparición”, reveló un vecino.

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Por este terreno, que se ubica en la parte de atrás de casa, se cree que el presunto homicida habría sacado el cadáver

 

Aunque se especula que Vladimir asesinó a María en su propia casa y en las narices del hijo menor de 7 años, el sábado 29 el hombre fue visto a las 6:00 de la mañana, caminando normal y muy tranquilo por el barrio, nadie vio nada extraño en él.

Ese mismo sábado llegaron los padres desde Florencia y fue allí cuando Vladimir recogió toda su ropa y desapareció.

Hallazgos tenebrosos

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Al llegar a la casa, la madre de María presintió lo peor, en el patio encontró un fuerte olor a hipoclorito y unas botas pantaneras llenas de barro y monte.

Le rogó a Dios para que su hija se encontrara bien, rezó junto a sus tres nietos para que le devolvieran a su hija sana y salva, lamentablemente las noticias llegaron rápido; la cabeza de una mujer y el cuerpo mutilado fueron hallados en el río Sinú, a la altura de San Pelayo.

A pesar del crimen y de los rastros que según los vecinos se encontraron, el CTI no acordonó, ni protegió la zona, tampoco evitó que se contaminara la presunta escena del crimen

Extraoficialmente se conoció que este hombre, militar pensionado del Ejército, le cortó los brazos y los desapareció, para que les fuera difícil a las autoridades identificar el cuerpo, ante la falta de huellas dactilares y quitarle la cabeza, también les retrasaría el trabajo, no obstante, no contó con que la mujer, aunque apenas vivió en esta zona poco más de 3 años, se ganó el aprecio de sus vecinos, quienes ayudaron con la búsqueda y reconocimiento del cadáver.

Acompañamiento

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La realidad de este lunes 31 de octubre, en la casa de María Angélica, era desoladora, su madre devastada y en estado de shock, su padre intentando mantener la calma y la firmeza, propia de un hombre que ve como su familia se derrumba; el hijo mayor, de unos 18 años, destruido, sin poder hablar, ya que su padre aprovechó que él y su hermana adolescente estaban viajando en sendos encuentros deportivos, para cometer el crimen.

La hija adolescente llena de angustia, rabia y dolor y el menor de 7 años, en una aparente tranquilidad, quizá sin entender con exactitud, la magnitud de los hechos.

Este sería el terreno que colinda con la casa, por donde se cree arrastraron el cadéver hasta llegar a la parte de atrás y finalmente al río

Según una psicóloga, consultada por Chicanoticias, son muchas las secuelas emocionales que este crimen le deja a la familia, sobre todo a los hijos. “Hay un duelo no elaborado, fallecimiento, separación, la situación del papa. Cada uno vivirá un duelo distinto de acuerdo a la edad, realmente va por etapas y para cada niño será diferente”, explicó la especialista.

La Comisaría de Familia atiende este caso, aseguran que la familia está muy tensa por la presión que han recibido del Ejército, Fiscalía y medios de comunicación.

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Por lo pronto, la comisaría le dará cuidados provisionales a la madre de la víctima y a los menores de edad.

Finalmente, tanto el cuerpo de María como sus hijos se trasladarán a Florencia, ya que en Montería no tienen nada que los ate y el acompañamiento de la Comisaría se trasladará hasta Caquetá, para tratar que los tres huérfanos retomen, eventualmente, sus vidas.

“Uno los ve como tranquilos, pero están llenos de angustia y temor”, reveló una fuente de la Comisaría de Familia.

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