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Salto del Tequendama: tragedias, relatos de fantasmas y curiosidades históricas alimentan el mito

El Salto del Tequendama, el tradicional atractivo turístico cundinamarqués, está nuevamente en boca del país por la tragedia que protagoniza el empresario Gerardo Segura, quien según testigos se lanzó en su vehículo por uno de los abismos en compañía de una mujer.

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La cascada de 250 metros creada por la caída de las aguas del río Bogotá en el Valle del Tequendama, fue durante el siglo XIX y hasta mediados del XX, uno de los sitios con mayor afluencia de turistas.

Según la tradición muisca, el Salto del Tequendama fue creado por el dios Bochica, quien tras un diluvio que inundó la Sabana de Bogotá, golpeó con un bastón una muralla de piedra y desató la fuerza de las aguas.

En la época dorada del Salto, este era el destino de los famosos ‘paseos de olla’ que convocaban a cientos de familias, que iban a las riberas de las aguas a pescar guapuchas y capitanes, especies de peces que copaban el afluente; claro está, antes de la contaminación masiva que significó la industrialización y expansión de la capital colombiana.

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Por esos tiempos, se creó el castillo del Salto del Tequendama, el cual se levantó entre 1923 y 1927, gracias a la gestión del entonces presidente, Pedro Nel Ospina.

Se trató de una obra descomunal para su tiempo, de cinco pisos, diez habitaciones y múltiples baños compartidos. En el lugar concurrió la alta alcurnia capitalina y todos los asistentes debían vestir traje o ir de gala.

El declive
Un par de décadas después, en la década de los 40 del siglo XX, empezó la contaminación de las aguas y el declive del lugar no tardó. Ya por aquel , se registraban tragedias de personas que acudían al lugar para terminar con sus existencias.

Las historias, tristes y pavorosas, inundaron el otrora atractivo natural, con lágrimas y tragedias. Pasados algunos años, llegó a llamarse al lugar ‘el lago de los muertos’.

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La tragedia la aprovecharon famosos cronistas judiciales para narrar las historias de las desgracias de las infortunadas víctimas. Uno de ellos fue Felipe González Toledo, que con una prosa desgarrada contaba a los lectores lo que en el lugar sucedía.

Los periodistas, según versiones históricas, pagaban a los vendedores del lugar, para que recogieran las cartas de despedida de quienes iban al lugar para dar el último adiós, lo que generó riñas que terminaban, paradójicamente en el fondo del abismo.

Otros aseguran que, para ganar dinero, algunos vendedores y avivatos escribían las cartas con información falsa, para dar satisfacción al morbo. Con total descaro, estas eran vendidas a los cronistas, que las transformaban en historias de periódico.

Relatos de fantasmas
El fastuoso castillo Bochica, con el tiempo, pasó a ser conocido como el castillo del Tequendama, mientras su brillo se opacó. No solo por el deterioro de la edificación, sino además por el mal olor del lugar, que hacía insostenible cualquier permanencia de huéspedes.

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Finalmente, en 2009, la edificación fue abandonada y unos años después se le declaró bien de interés cultural e inició su recuperación.

Las historias de fantasmas, de quienes llegaban al lugar a terminar con sus existencias, alimentaron un mito que todavía perdura. La fantasía superó a la realidad e incluso, en 1986, la instalación estuvo a punto de ser incendiada por fanáticos que aseguraban que el lugar estaba maldito.

Famosos ‘cazafantasmas’ aseguran que en el castillo hay presencias paranormales, mientras que moradores del lugar no dan crédito a estas versiones y las consideran supercherías.

Tomado de : Blu Radio

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