Una orden del Vaticano llevó a dos fieles a destapar una red de pederastia en Villavicencio con 38 presuntos agresores. Los sacerdotes se rotaron a una víctima.
Hasta Villavicencio llegó la instrucción del papa Francisco para destapar el caso, cuenta AFP. En 2019, el obispo Óscar Urbina quedó a cargo, por pedido del sumo pontífice, de indagar sobre los eventuales abusos sexuales cometidos por sacerdotes.
El prelado se apoyó en Olga Cristancho (68 años) y Socorro Martínez (59): la primera, una avezada exfiscal y la otra, una exfuncionaria de la Procuraduría con experiencia en investigación de masacres.
Al poco tiempo se alejaron de Urbina con la sospecha de que encubría a los religiosos y se lanzaron a investigar por su cuenta. “Nunca se me pasó por la mente” lo que descubriría, confiesa Cristancho a la AFP en una entrevista.
Son al menos 20 víctimas. El escándalo creció con el libro “Este es el cordero de Dios” del periodista Juan Pablo Barrientos, a quien han tratado de censurar.
Barrientos profundizó en los hallazgos de las dos investigadoras y el año pasado publicó los testimonios y pistas que comprometen a 38 sacerdotes de la Arquidiócesis de Villavicencio en actos abusivos o acceso carnal.
La Iglesia apartó discretamente a 20 de ellos y dos más están en prisión.
Algunos son señalados de incluso inducir a una de las víctimas a la “prostitución”, confirmó a la AFP el padre William Prieto.
“Ya le tocará a los tribunales, tanto judiciales en el plano civil como en el canónico, dar un veredicto”, agrega el portavoz de la Arquidiócesis.
Tomado de: Pulzo.