CórdobaOpinión

Para ti, madre comunitaria

Por: Joche Tous.

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Hoy en lugar de mi habitual columna quise escribir una carta abierta, no para todo el mundo, pero que ojalá todo el mundo pudiera leer.

Va dirigida a ti mujer especial, cuyo desapego por lo material, la mezquindad, la vanidad y la individualidad, te convierte, sin que ese haya sido tu propósito, en un verdadero ángel, que sin necesidad de alitas, aureola o música celestial, es capaz de poner a volar los primeros y más puros sueños de aquellos a quienes por azares del destino, la vida quizá, no les ha mostrado su mejor sonrisa.

He sido testigo privilegiado de tus luchas, de tu enorme capacidad de entregar amor y alegría, aún en tus momentos más duros y poniendo a todos aquellos que llegan buscando refugio en tu regazo, por encima de tus propias dificultades, de tu tiempo y a veces hasta de tu propio bienestar.

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Sé de las lágrimas que solo te atreves a derramar en privado, cuando lo injusto te ha golpeado, también sé que te las tragas a pesar de su sabor amargo y salado, con tal que aquellos que con sus pequeños ojitos te miran esperanzados, no encuentren angustia, sino sonrisas, canciones y abrazos.
Eres la respuesta inmune a una sociedad cada vez más enferma de indolencia; eres todo lo contrario a la indiferencia; siempre dispuesta a abrir tus puertas al desesperado, para ayudarle con sus cargas más preciadas y mostrarle que su camino, aunque difícil, no está truncado.

Hay quienes ni siquiera saben de tu existencia, aunque sin súper poderes o armas, salvas más vidas que cualquier heroína de leyenda.

Te hablo a ti madre comunitaria, que más que madre también eres abuela, tía, hermana, amiga, confidente y hasta paño de lágrimas de aquellas que de pronto se han visto solas o solos; de aquellas madres o padres cabeza de hogar que han encontrado en ti, ese apoyo que todos en la vida necesitamos, pero con el que no todos contamos.

La vida me ha premiado, conté con unos padres que me dieron todo; encontré a una esposa increíble a quien amar y con quien compartir; cuatro hijos que son mi razón de ser y nunca me ha faltado el trabajo.

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Después de eso, uno de mis más grandes privilegios y honores ha sido conocerte; haber tenido la oportunidad de trabajar a tu lado; aprender de tu bondad; de tu capacidad de dar demasiado y recibir poco, pero aún hacerlo con la mejor actitud.

Este mensaje es para las miles de madres comunitarias que hay en Córdoba, en Colombia, cuyo trabajo y sacrificio como pilares fundamentales en la atención integral a la primera infancia, no ha sido reconocido como se debe: con nivelación salarial, con un régimen pensional especial, con mejores condiciones y herramientas de trabajo acordes a la importante labor de desempeñan, en los primeros años de vida de millones de niños en el país.

Por ellas llegaremos a dar la lucha a la Cámara de Representantes, porque son ellas quienes ayudan a forjar en nuestros niños un mejor futuro para Colombia.

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