Opinión

El gran Cabo Herrán

Por Julio Manzur Abdala

Publicidad

No puedo imaginar un mejor día para hablar del Cabo Herrán, otro de los grandes juglares de mi pueblo natal, que hoy, 21 de abril de 2021 cuando celebramos los 300 años de fundada la hermosa ciudad de Cereté, villa cuyo asiento es el corazón del Valle del Sinú.

Nació en mi pueblo, hace más de un siglo Luis Felipe Herrán Herrán, magnifico compositor, guitarrista y cantante, grabó más de 100 obras musicales y otras muchas de ellas no vieron el atardecer de las sabanas, porque se quedaron en el baúl de sus recuerdos por falta de apoyo gubernamental y de recursos.

En aquellos tiempos de su alegre juventud y creatividad, la colaboración institucional a la música y compositores no era usual y, mucho menos por los dirigentes del departamento de Bolívar, al cuál pertenecíamos geográficamente. Ellos nos miraban de lejos a los habitantes de pueblos distantes de Cartagena, su capital.

Publicidad

Lo conocí la noche en que celebraba con unos amigos mi grado de bachiller en el interior de la casa de mis padres en la esquina de la calle de las Flores con la avenida Santander; allí llegó de manera inesperada a la parranda que estaba apenas entrando en calor. Lo primero que escuché fue el sonido de las cuerdas de su guitarra. La noche estaba cargada de alegría, tragos y abrazos, los cuales se multiplicaron con la llegada de ese trovador desconocido que, sin mediar palabra y con su voz ronca, entró cantando una de esas viejas canciones que hoy llenan el equipaje de nuestros recuerdos.

La guitarra se le incrustaba en el pecho, como si fuera un miembro más de su cuerpo, parte íntima su existencia bucólica; su barba y mejillas pegadas contra la madera en un abrazo interminable; su garganta seca pidió un trago que desapareció sin un brindis…Aquella fiesta de noviembre del año 1965, fue una de esas veladas que tengo enmarcada con bordes dorados, en mis recuerdos parranderos.

A partir de ese feliz encuentro con El Cabo, se desarrolló una gran amistad y, pude ser feliz testigo de esa capacidad innata de fusionar con sabor costeño, el porro, la cumbia, el merengue y el vallenato. Empalmaba un trago con el otro, cuanto más licor bebía mayor era la fuerza de su música y la picardía que brotaba como fuente inagotable de aquel contertulio enamorado de sus canciones y de su fiel guitarra, era la perfecta sabrosura. Que mi mente recuerde el solitario cantante jamás, despreció una copa de licor, entre más tomaba, mayor era el desarrollo de su genialidad musical.

Era un anecdotario caminante, con sus historias sobre el cómo y el porqué componía cada una de sus canciones aumentaba el deleite de ser escuchado, esa gracia expresiva lo dejaba por fuera de las tarimas donde no apreciaran la riqueza de su “Golero emparamao” y de sus andanzas y tertulias de varios días con su amigo del alma Roque Guzmán, a quién le compuso un bello porro de música festiva y pegajosa como muy pocos que haya escuchado, “Por el camino de Manguelito viene mi compadre Roque Guzmán, en un caballo blanco y arisco que de la alegría quiere saltar…” y, en esa misma canción expresa que su compadre Roque, es el hombre que nació para gastar y el hombre que nació para tomar… Después de muerto tomándome unos tragos con unos mangueliteros, ellos me juraban que en las noches de luna llena habían visto al al Cabo Herrán, cabalgando al lado de Roque, su compadre y amigo, cantando esa melodía que lo había hecho famoso, Ah, y que iba en una Yegua Melá, propiedad de Roque.

Publicidad

Ese día les confesé que mi corazón estaba lleno de gratitud por aquel bohemio fundador de la Orquesta Cereté, encargada en un tiempo de amenizar las fiestas familiares y las parrandas donde “El Chelo”, ese sitio donde el amor se dibujaba con billetes de cinco y diez pesos. En esta fecha especial le digo desde mi tribuna: buena esa Cabo, yo también con un guayabo de amor y ron llegué a La Ye, pero nunca pensé componer una canción que le diera la vuelta al mundo como tu lo lograste a través de Orquestas de renombre nacional e internacional: Lucho Bermúdez, La Billos Caracas Boys, Los Melódicos, Pacho Galán y La Sinfónica de Colombia entre muchas otras. El Cabo Herrán murió en Cereté en octubre del 2002 a los 83 años de edad, y todavía lo recordamos.

Para nuestro orgullo ellos pasearon tu Guayabo de la Ye, cantando “Con un guayabo llegué a La Ye, emparrandado a Sahagún entré y las mujeres como lloraban, cuando me iba pa’ Cereté”.

Abril 20/2021.

¿Le resultó útil este artículo?
Lee también:
Publicidad