CórdobaMonteríaOpinión

Dedicado a mujeres reales

En memoria de las 146 almas valientes que hace más de un siglo perdieron la vida incineradas en medio de una huelga que propendía por la igualdad salarial y su procura por visibilizarnos como personas con identidad propia, este lunes 8 conmemoramos el Día Internacional de la Mujer.

Publicidad

Consecuentes con lo anterior, no es una fecha para banalidades, sino para recordación de la valía de la mujer en la familia y la sociedad, su incansable trabajo por la reivindicación de derechos y libertades individuales, que la ha hecho merecedora de importantes gestas; y su carácter resiliente a través de la historia.

Valiosísimas consecuciones hemos tenido, como para permitirnos ser “cosificadas”. Coherentes con ello, debemos preocuparnos por mantener en ¡alto, bien alto!, como un estandarte, ¡firme, muy firme! Nuestra dignidad, señorío, la capacidad para no tensar principios y elegancia para retirarnos a tiempo de aquellos lugares donde no somos valoradas.

Sumando a ello, enriquecer el conocimiento y ampliar saberes, a fin de mantenernos vigentes, actualizadas y competitivas.

Una mujer real, tiene la certeza que conservar la estética es distinto a depender de ella para ser uno mismo, por lo tanto se esfuerza en: respetarse, cultivarse, reconocerse, amarse, permitirse; porque ha entendido, que su esencia y naturaleza jamás serán bienes de fácil adquisición, sino riquezas connaturales y conquistas consigo misma. Y es esta una tarea, que no puede delegar en nadie más.

Publicidad

Una mujer real, es interesante a cualquier edad, desmitificando así el concepto de belleza, asociado a lozanía; pues va más allá de lo físico. Las mujeres reales, coincidimos al pensar, que con el paso de los años adquirimos un poco de sabiduría, total seguridad y máxima plenitud; valores agregados que nos hacen más bellas, muy a pesar de nuestros desaciertos e imperfecciones; pues son parte de un proceso de aceptación permanente.

Para algunas de nosotras, resulta encantador usar calzado con tacón alto, porque bien llevados, son sinónimo de feminidad, pero ciertamente no agregan atributos. Sólo son parte de un atuendo, que al despojarlo, nos desnuda frente a la propia realidad. Ojalá que al usarlos, no otorguemos a ellos el poder de añadir “grandeza” a nuestra existencia, sino que sea nuestra conducta; y no los centímetros de los zapatos, lo que nos permita alcanzarla.

Especial reconocimiento merecen hoy, la mujer campesina, la obrera, la educadora, la victimizada por el conflicto armado, en cualquiera de sus formas, la que se perdió en el camino, la que no se encontró a sí misma. Las que interiormente libran silenciosas batallas, la madre cabeza de familia, la ama de casa, que para muchos, pasa inadvertida pero ¡¡ES TAN VALIOSA COMO TODAS LAS DEMÁS!!. A todas, todas las mujeres…, recuerden que somos Divinas, como creación perfecta de Dios.

Por
Deifan Pretelt Simancas

Publicidad
¿Le resultó útil este artículo?
Lee también:
Publicidad