Opinión

Mi bautismo musical

 

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Por Julio Manzur Abdala

En plena parranda en el Cielo se debe encontrar cantándole al Señor en éste momento mi padrino musical Jorge Oñate. Es domingo de fiesta en las alturas y domingo con Ausencia Sentimental en mi corazón. De pasión dolorosa por el luto que nos causa la partida del Ruiseñor del Cesar. Hoy no se viste de gala el folclor vallenato,  sino de negro luto que expresa con Un beso eterno su adiós,  que le vaya bien al Chacho de la película.

Fue mi padrino en la pila bautismal de ese ritmo , ese a quien también llamamos en vida, La Voz de Oro, el Jilguero de América, El Ruiseñor del Cesar, La Leyenda o El Hacedor de Reyes.

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Sus canciones y su voz me inyectaron desde muy joven la pasión por el vallenato, en una transfusión a chorros que perdurará en mi sangre, fue un bautismo musical que me indujo a ser Oñatista por y para siempre.

Jorge Antonio Oñate González, el que cantó a la vida, al amor, al dolor, a los pueblos, al corazón, al alma, a la alegría y a la tristeza, a la luna, las estrellas y al sol, al mar, al río, al viento, a los pájaros y al cielo y especialmente a sus amigos y al Creador, ese mismo que en domingo nos hace derramar lágrimas, su Ausencia no es solo Sentimental, partió para siempre El más Fuerte.

Aún cuando sabía de su gravedad, no deja de estremecerme la noticia de que ya se encuentra muy lejos abrazando a sus Viejos y a esos Campesinos parranderos que un día le presentara Hernando Marín, que le Recordaban su niñez, besando a la Alicia adorada del Negro Alejo, a Rosa Angelina, a Berta Caldera y a la Rosalbita de mi tocayo Julio Herazo. Recordándole a Escalona y a Luis Enrique,  que en vida le cantó sus canciones mientras en tono jocoso le decía que a la tierra de Patillal no regresaba el Jilguero.

Doctor Fernando Dangond, nuestro amigo se encuentra Al otro lado del mar, en ese Reencuentro final lejos de La Paz su Pueblo natal, cantando Nació mi poesía, no lo dude.

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Dime tú, Oye tú, te hago Un llamado, sí, a ti la voz de oro, amigo Jorge, para que me cuentes si en el cielo hay un tiempo para volar las Cometas, si allí se Recuerda la niñez y si se celebran las Bodas de plata, dime si alcanzas a ver El Cerro e’ Murillo y las Sabanas del diluvio. ¿Cuentanos si las Mujeres son conformes o si existe una Rosa jardinera cuidando ese Nido de amor donde te encuentras dedicándonos tus triunfos?

Te puedo asegurar amigo que tu amada esposa Nancy conserva las Dos Rosas que una vez le regalaste y tus hijos viven cuidando Los Lirios rojos de tu huerto, ellos seguirán tus huellas cantando sus Palabras al viento en esas Noches sin lucero.

El sonido de la voz de tus discípulos, Mi gran amigo se escuchará en navidad para hacer más Sentimental otro Diciembre alegre o para cantar recordando a El jilguero de Igual que aquella noche, o una de las canciones de tu alma El cantor de Fonseca.

El amor que te profesamos en vida no fue Amor comprado, sino Amor sensible. Eso me han contado mis hermanos de Valledupar que me han llamado lamentando tu Ausencia y el Poder de tus canciones.

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Es mi cobertor la nostalgia porque no estarás presente en el que será imborrable homenaje que te rendirá el Festival de la Leyenda Vallenata a tu nombre, a tu dedicación, a tus triunfos, grandeza y nobleza, a tu voz y al espíritu con que engalanaste el vallenato hasta incrustarlo con tu voz de ruiseñor llena de folclor, no solo en Dos corazones, como reza tu canción, sino en lo profundo de millones de corazones que hoy sangran de dolor.

En un artículo que leí a raíz de tu muerte, buscando “Calmar mi melancolía”, tu leal amigo Rosendo Romero expresó “Quería morirse como hacen los inviernos bajo el silencio de una noche veranera”, esa misma noche donde ocurre el milagro de resucitar para una Luna parrandera.

Se cumplió tu sueño, te elevaste en verano en estos Tiempos de la Cometa, llevándote El Cariño de La Paz, tu pueblo, el del Cesar, el de todos los colombianos y por supuesto el mío Jilguero de América.

¡Mi noche de hoy tendrá un nuevo lucero, estrella del folclor!

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