Opinión

Los impuestos de Trump

Por Horacio Ayala Vela
Exdirector General de la Dirección Nacional de Impuestos Nacionales, DIAN

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Entre las incontables promesas que hizo Trump en su discurso de posesión, manifestó que cualquier decisión sobre impuestos se tomaría para favorecer a los trabajadores americanos y a sus familias. Más tarde dijo, que con su plan fiscal “…probable- mente pagaría más (impuestos) de lo que pago en la actualidad”.

Sin duda estaba revelando una verdad a medias, porque en cada uno de los años gravables 2016 y 2017 pagó US$750 por impuesto de renta; seguramente mucho menos de lo que tributa el promedio de los trabajadores americanos. Aunque se sabe que no ha querido revelar sus declaraciones de impuestos, The New York Times investigó las cifras tributarias del presidente en el año gravable 2017.

Según ese diario, Trump recibió US$373.629 por salarios –incluyendo pequeñas sumas por apariciones en cine y televisión–, 6’758.494 por intereses, 21.984 por dividendos, 7.562.038 por ganancias en venta de propiedades y otras inversiones y 84.351 por pensiones de la asociación de actores, para un total de US$14’800.496 de ingresos.

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De esa suma descontó pérdidas en otros negocios por US$15’313.785, concluyendo en una pérdida inicial de 513.289, a la cual sumó otras acumuladas de ejercicios anteriores por US$12’306.111, para llegar a una pérdida total de US$12.819.400.

¡Pobre Angelito! Sin embargo, como en Estados Unidos existe un impuesto mínimo –similar al IMAN copiado en Colombia– para evitar que los ricos reduzcan la base gravable con deducciones y pérdidas, los asesores de Trump calcularon un impuesto de renta a su cargo de US$750 para el 2017.

En julio de 2015, en los formularios exigidos por la Comisión Federal de Elecciones declaró un patrimonio alrededor de 10 billones, y en el escalafón de 2020 la revista Forbes estima su patrimonio neto en US$2,1 billones.

Para George T. Conway III, columnista de The Washington Post: “Una presidencia puesta en marcha con mentiras y alimentada con ellas desde entonces, estaba destinada a terminar con la peor de todas”.

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El mismo autor señala que, a medida que avanzaba en su mandato Trump mentía más y a una velocidad mayor, hasta el punto que a finales de agosto, cuando aceptó la nominación a la reelección, había dicho más de 22.000 mentiras.

Según sus biógrafos, desde muy joven Trump ha tenido la costumbre de ocultar la verdad. Por ejemplo, en los años setenta se publicó erróneamente que había sido el primero en su clase en la Universidad de Wharton, cuando nunca recibió honores como estudiante. En 2015 su abogado amenazó con demandas judiciales a la Universidad de Fordham y a la Academia Militar de New York, si revelaban los registros académicos de Trump.

Por desgracia, muchas de sus mentiras han hecho daño, como las relativas a la pandemia y las que ofenden la honra de las personas, como cuando atacó a Obama.

Ahora se habla de un siniestro plan, dizque fraguado por Hugo Chávez, destinado a impedir la reelección de Trump. Pero lo cierto es que termina su mandato como cualquier Maduro, fabricando mentiras y excusas para atornillarse en el poder.

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Publicado en Portafolio

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