CórdobaOpinión

Érase una vez el maíz

Esp. José David Ramos Buelvas

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Se acerca la recolección del maíz en Córdoba y vuelve la incertidumbre para muchos productores del grano en materia de su comercialización. Aunque existe una difícil coyuntura, por la razón conocida por todos, lo cierto es que esto ha sido una constante para nuestros maiceros desde hace varios lustros y al parecer no hay una solución a la vista para que esto no se repita año tras año para esta época.

Debemos hacer un poco de memoria para encontrar parte de las razones por las que los agricultores maiceros viven esta situación en su cosecha. En el año 2005, el gobierno de la época firmó el vigente Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el cual fue negociado durante varios meses atrás para cada uno de los sectores de la economía afectados por dicho tratado. En materia agrícola, uno de los primeros sectores que se vio seriamente lastimado fue el maíz, la potencia mundial le exigió a Colombia que desmontara el antiguo mecanismo de absorción de cosechas que regía para el cereal y que buscaba que la industria y los demás compradores de maíz consumieran la cosecha nacional para poder tener acceso al grano importado. Los negociadores gringos argumentaban que este mecanismo era proteccionista y esto iba en contra del espíritu de libre comercio del tratado en negociación, algo totalmente absurdo cuando el gobierno americano y su farmbill incentivaba a sus agricultores con amplios subsidios, los cuales no acabaron con el TLC, como hubiera sido lo lógico. Antes de la firma, nuestro gobierno desmontó el mecanismo y se inventó las famosas subastas de maíz amarillo que atrajeron muy poco a la industria nacional, toda vez que ellos podían comprar maíz americano a precios bajos sin tener que comprometerse a comprar la producción nacional. Por eso la industria de concentrados no viene a Córdoba a comprar maíz amarillo, incluso la firma que tiene una planta en la zona.

Con el maíz blanco está sucediendo algo parecido, también ha sido afectado por el TLC con Estados Unidos y por acuerdos con otros países que tienen mayores rendimientos por las horas de sol/día que benefician la producción de esta planta y que se sostienen a pesar de la posible baja en los precios internacionales. Para esta época los intermediarios le dicen al productor: “el buque de maíz llegó al puerto” como una forma de presionarlos a que vendan al precio que sea.

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Los productores maiceros de Córdoba, con esfuerzos propios, han avanzado mucho en cuanto a su actividad y los resultados de su cosecha, pero sigue siendo muy difícil competir con el grano importado. El Estado tiene una deuda de honor con este sector y es hora de que la vaya saldando con mecanismos que incentiven el aumento en las siembras, debido a que, irónicamente, hoy somos altamente deficitarios en el mercado nacional de maíz. Y de nada vale sacar una buena producción si en cada cosecha hay problemas para comercializar el producto. Sería bueno que nuestros gobernantes siguieran los ejemplos de las grandes potencias que estimulan con diferentes mecanismos a los productores agrícolas de manera que su actividad sea rentable y que se garantice la tan nombrada “seguridad alimentaria” para un país que importa un gran porcentaje del alimento que consume.

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