Opinión

Colombia: país político vs. país nacional

Cuando nos adentramos al estudio de la historia de Colombia, encontramos cada vez más, elementos de juicio para el análisis e interpretación de nuestra realidad pasada y presente.

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En muchos casos pareciera que la historia se repitiera; si no fuera por las temporalidades que ella contiene, diríamos que el tiempo se congeló para nuestra nación. Lo anterior, es con el fin de hacer referencia a los viejos y nuevos conflictos que nos han impedido avanzar como una nación civilizada.

Estos conflictos han tenido como soporte y fundamento ideológico las militancias políticas que han propuesto la construcción de un proyecto de nación a partir de imposición y exclusión del otro. Bajo este esquema inclusión – exclusión, edificamos la lógica, “amigos y enemigos” que es la manera como hemos convivido durante décadas, y el modo como lo hemos encubierto es haciendo referencia a la tolerancia como idea; más no como convicción y acción de vida social, negando realmente la convivencia. Que no es otra cosa distinta a poder coexistir en medio de nuestra diferencia, en donde la única forma de violencia permitida sea la del mejor argumento.

Son estas lógicas las que nos han distraído como sociedad he impedido ver la realidad de nuestros problemas sociales, políticos, económicos y culturales.

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Lo anterior se evidencia en la dinámica de un país político cada vez más sustraído de la realidad nacional, con una visión centralista que desconoce el conjunto de la nación; como si Colombia solo fuera el centro y un país nacional sobreviviendo en medio de sus penurias, demandas y necesidades cada vez más crecientes e irresueltas.

Lo cual se agudiza de manera clara y, con mayor severidad en las regiones periféricas de Colombia, donde la mayor parte de las necesidades y demandas sociales aún están sin resolver; desconociendo que en una democracia moderna son los partidos políticos los que desempeñan la función de mediadores o voceros de la sociedad civil frente al Estado.

Son ellos, quienes en un diálogo permanente con los distintos actores y sectores sociales asumen sus demandas y necesidades y las tramitan frente al Estados para que estas sean resueltas. Son los partidos una especie de puente o vaso comunicante de los ciudadanos frente al Estado. Sin lo anterior, la sociedad se distancia, atomiza, dispersa, diluye y, las expresiones de fuerza y violencia afloran; logrando con esto debilitar la democracia.

Por consiguiente, se requiere de partidos y movimiento políticos que con base en la realidad del país nacional propongan y tramiten agendas programáticas y política que resuelvan y construyan sociedad y democracia. De no hacerlo; seguiremos condenados a la lógica de la violencia, la exclusión y el uso de la tolerancia como sofisma. Esto nos ha sucedido en estos más de 200 años de vida republicana; donde la Nación y la República continúan siendo un proyecto en construcción.

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Los efectos de un proyecto de nación en construcción no solo es la debilidad de las instituciones y del mismo sistema político; sino que, la sociedad se convierte en una especie de laboratorio social y político para probar y experimentar distintas formas de ejercicio del poder político que se ejercen a nombre de la democracia.

Son esta la forma como emergen los caudillismos y sus expresiones populistas como una especie de mesianismo político con fórmulas salvadoras; que, para el caso de América Latina han sido la expresión de los extremos en que se ha movido el péndulo político en las últimas décadas y, Colombia no es la excepción. Por tal razón, es necesario volver a los cauces democráticos de fortalecimiento de la institucionalidad, de los partidos y movimientos políticos; sobre todo, de una sociedad civil organizada y fuerte que se convierta en un actor de poder decisivo, que incida en la toma de decisiones.

Una estructura social y política construida en esos términos es la garantía y seguridad de hacer los cambios y reformas estructurales que por décadas hemos postergado; de esta manera, construir una nación moderna e incluyente, donde podamos convivir en medio de las diferencias.

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