Los Año Viejos: tradición en vía de extinción
Los tradicionales muñecos de año viejo cada vez están más escasos, recorriendo barrios y municipios ya son pocas las personas que se toman el tiempo de seguir con esta tradición.
La tradición consiste en que cada 31 de diciembre, faltando un minuto para el primero de enero, se queman los muñecos y se aprovecha ese momento para darse un feliz y próspero año nuevo entre amigos y familiares.
Por ejemplo, en el barrio Las Flores del casco urbano de Betulia está el muñeco que personifica al “Chapulín colorado”, personaje admirable con frases célebres como “No contaban con mi astucia”, “Síganme los buenos” y “Lo sospeché desde un principio”.
A este sector betuliano llegan personas de otros lados a tomarse fotografías con este muñeco elaborado por los mismos habitantes que año tras año siguen la tradición.
Otro de los muñecos está en el barrio La Libertad, del corregimiento de Albania (Betulia). Como “Yilma” fue bautizado. Se trata de un personaje muy querido en esta población, nativo del corregimiento vecino de Lomalta que los visita en épocas de fiestas patronales.
En el corregimiento de Hato Viejo, en Betulia, hay una pareja de muñecos personificados en la tradición y costumbres. La “Pareja de novios” fue recreada por habitantes que buscan ilustrar cómo era sentirse enamorado y conquistar a la pareja.
Autoridades prohibieron que se queme con pólvora los muñecos de añoviejos.
Los niños, jóvenes y adultos llegan casi todas las noches a tomarse fotografías con estos muñecos. Luego las publican en redes sociales.
Otro de los pocos muñecos está en el barrio Once de Noviembre de Corozal. Se conoce como “La mae el último”.
La quema de estos muñecos es una tradición que algunas comunidades conservan, pese al auge de las nuevas tecnologías.
Estos muñecos son elaborados de trapo, papel periódico, madera o aserrín. Se fabrican con recursos propios. La mayoría están inspirados en personajes reconocidos de la trayectoria política, cultural y artística.
