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Boxeador cordobés ganó oro con delegación de Bogotá

Con la mente puesta en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, Alfredo Rangel Madarriaga celebró la medalla de oro que lo consagró como campeón del peso welter, en los Juegos Nacionales 2019 en Cartagena, en representación de la delegación de Bogotá.

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El púgil nacido en Lorica derrotó con marcación 4-1 a Helver Martínez de Boyacá. Dedicó la victoria a su mamá, su familia, el equipo y la gente de Bogotá que lo apoyó en el recinto. “Estuve pidiéndole a Dios y me dio esta victoria”, dijo.

De su rival, aseguró que “fue un boxeador bastante fuerte y experimentado. Era mi tiempo y voy a disfrutarlo al máximo”. “Lo estoy viviendo así porque estuve dos meses fuera del país y las cosas no fueron fácil. Me sacrifiqué para llegar a la final. Me voy con el logro esta vez”, afirmó.

Con 21 años, ahora, para 2020, Rangel comentó que queda prepararse para los Juegos Olímpicos de Tokio, por lo que le quedará entrar en concentración para los clasificatorios que se llevarán a cabo en Buenos Aires el próximo año.

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Fue en Bogotá donde Rangel depuró su técnica commo boxeador.

BOXEADOR DESDE LOS 7 AÑOS

Desde temprana edad, Rangel comenzó a hacer sombras como boxeador lanzando puños al viento, en el populoso sector Puerto Rico de su natal Lorica. Fue en medio de un juego de bolita de uña cuando vio a otro niño lanzar puños a un rival imaginario, lo que en el argot boxístico llaman hacer sombra. Aquellos movimientos llamaron su atención y a los 7 años terminó inscrito en un club de boxeo del barrio Kennedy, bajo el visto bueno de sus padres.

En los cuadriláteros de Córdoba comenzó a sonar su nombre como promesa del pugilismo. También le hicieron promesas, que no le cumplieron; hace cuatro años desempacó maletas en la fría Bogotá, lejos de la barriada que procrearon la leyenda de El Flecha, personaje literario que el fallecido escritor David Sánchez Juliao describió en su obra como “boxeador de profesión y bacán de fracaso”.

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Esquivando esa sentencia, en 2015 logró ingresar a la liga de boxeo bogotano. En la capital depuró el estilo callejero de lanzar golpes sin destino, sin pausas, con ganas de acabar los combates con ráfagas de puños que lo dejaban sin fuerza y sin oxígeno.

Con su espigada figura de 1.87 metros, luce seguro en el ring y fuera de él. Por la cabeza de Alexander Rangel no se atraviesa el fracaso, se propone escalar en el deporte de las narices chatas; sueña triunfar en los olímpicos de Tokio, también coronarse monarca mundial y llegar bañado de gloria a su natal Lorica, a donde no ha vuelto desde que salió dispuesto a volar en el ring.

Con Información de El Tiempo

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