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“Me desnudaron, me encadenaron, me golpearon y me violaron”: hombre víctima de las Farc

Esta semana, Colombia2020 reveló detalles del primer encuentro de 30 hombres que fueron violentados sexualmente por paramilitares y guerrilleros en medio del conflicto armado, que buscan organizarse para presentar sus casos ante el Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición. Aquí reproducimos uno de esos testimonios a los que tuvimos acceso.

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De acuedo con el Registro Único de Víctimas, las cifras para los delitos contra la libertad y la integridad sexual cometidos por todos los actores armados están así: 26.555 mujeres, 2.140 hombres y 438 personas LGBT. Pero en esas cifras hay un subregistro enorme. El abandono, la verguenza y el silencio son la norma. Por eso no sabemos cuántos casos ocurrieron, por eso ha costado tanto hablar de reparación y justicia. Por eso es tan valioso que varios hombres hayan empezado a vencer el temor y a hablar del tema. Esta semana se conoció el encuentro que se realizó en Paipa (Boyacá), donde 30 hombres víctimas de violencia sexual contaron su testimonio, en presencia de integrantes de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP, la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales y un equipo de atención emocional. Aquí reproducimos el testimonio de uno de ellos:

“Estudié una licenciatura en Preescolar, pero no me he graduado. Siempre quise dedicarme a la docencia. Mi historia comienza en el año 2007, en julio. Ese mes marcó mi vida, y el de mi familia, y esto me dejó sin ganas de seguir adelante. Me refugié en la soledad y me aislé de las personas. Desconfiaba de casi todo el que se me acercara. Para ese año era docente oferente, al servicio de la Secretaría de Educación del Cauca.Orientaba cuatro materias: filosofía, religión, ciencias políticas y proyectos. Ayudaba mucho a los chicos y realizaba visitas a las zonas donde vivía*.

En una de esas salidas, fui abordado por guerrilleros del octavo frente de las Farc. Me retuvieron todo un fin de semana. Me dijeron que como yo había pertenecido a la Policía me dejarían un recuerdo para toda la vida, porque no me asesinarían.

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Ahí fue cuando me desnudaron, me encadenaron, me golpearon y me violaron e hicieron conmigo lo que se les antojó. Cuando me soltaron, me dijeron que no fuera a contar nada en la institución que trabajaba ni a las autoridades. Y me amenazaron diciendo que ya sabían cómo ubicar a cada miembro de mi familia. Por eso nunca dije nada. Además, no dejaron de vigilarme desde que pasó esto. Llegaban hombres vestidos de civil, diciéndome que eran de las Farc, y que no olvidara lo que ellos me habían recomendado. Cuando llegué a mi casa, me bañé y me hice algunas curaciones sin decirle nada a mis familiares. Me preguntaban qué me había pasado y yo dije que me había caído.

La violencia en el municipio estaba muy fuerte, en esos días mataron a un concejal y me llené de temor y renuncié a mi trabajo, perdiendo el sustento de mi familia. En la nueva ciudad duré dos o tres semanas sin salir, empecé por eso a tener problemas con mi esposa, que me preguntaba qué pasaba pero yo no me atrevía a contarle. Tuve que cambiarme de casa varias veces porque durante un año entero recibí llamadas de ellos, me pregunataban si ya había denunciado.

Con el tiempo, volví a trabajar en zonas rurales y en esas volví a encontrarme a algunos guerrilleros. Les tenía tanto miedo, temía tanto que se repitiera esa dolorosa historia. Sentí tanta verguenza también que nunca le mencioné a nadie el tema. No querían que me tildaran de algo por eso, porque mi familia es de una zona culturalmente muy machista. Esto me ha afectado muchísimo. Ya casi no salgo. Tengo dificultades para relacionarme. Soy una persona desconfiada y no salgo con ningún grupo de hombres. Hace seis meses le conté a mi esposa. Tomé la decisión de declarar porque una organización me dio ánimo para contar”.

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