Córdoba

Las Farc regresaron a Córdoba: Así lo revela La Silla Vacia

Jairo Manuel David Gómez, un campesino del sur de Córdoba de 34 años, salió a cazar el pasado jueves por la tarde, pero no regresó a su casa. En los alrededores de su vereda, llamada La Ossa, en el corregimiento Saiza de Tierralta, tan al sur que está más cerca de Carepa, Antioquia, que del casco urbano de su municipio; le estalló una mina antipersonal que le hizo perder las dos manos y le quemó los ojos. Sigue hospitalizado.

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Fuentes en terreno y la Defensoría del Pueblo advierten que quienes vienen poniendo minas por caminos y trochas de esa zona son unos uniformados ilegales que, desde hace unas semanas, empezaron a aparecer con armas largas y cortas, presentándose entre la población como “el nuevo Frente 18 de las Farc”, que era uno de los tres frentes de la exguerrilla que hicieron presencia en Córdoba (los otros son el 5 y el 58).

Hasta ahora no se tenía noticia de que las disidencias de las Farc hubiesen aterrizado en territorio cordobés.

Como contamos en La Silla Caribe, lo que sabía es que estos grupos eran parte de la guerra que viene subiendo como espuma de leche hirviendo desde el Bajo Cauca antioqueño, en donde, por el municipio de Tarazá, tienen una alianza con un grupo de narcos llamado Los Caparrapos para enfrentar al Clan del Golfo (también conocidos como Autodefensas Gaitanistas o Urabeños).

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Pero allí, en el Bajo Cauca, no son reconocidos como los del Frente 18. En su momento, fuentes de la Brigada XI del Ejército -que tiene jurisdicción en Córdoba, en los seis municipios del Bajo Cauca y en la mojana sucreña- nos explicaron que la que está en esa zona de Antioquia es la disidencia del otrora Frente 36, a la que se han unido algunos exmiembros del 18.

En cualquier caso, tres personas que están en el territorio (entre campesinos y funcionarios) nos detallaron por separado que más o menos desde octubre en los municipios surcordobeses de Tierralta, Montelíbano y Puerto Libertador se han visto hombres de camuflado y fusiles que se pasean por las zonas rurales y se hacen llamar el 18 de las Farc.

Además de regar minas (la de Jairo Manuel no estaba sembrada, sino puesta encima del suelo, de manera que él la recogió y por eso le estalló en las manos), según las fuentes han hecho retenes y obligado a pobladores, particularmente a las Juntas de Acción Comunal, a reunirse con ellos.

En esos encuentros, les advierten que van a “sacar a los paracos” del Clan del Golfo del departamento y que cualquiera que tenga alianza o sea familiar de ellos debe irse de la zona.

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“Dicen que son el antiguo Frente 18 o Román Ruiz, en homenaje a uno de ellos”, nos detalló un campesino. (Román Ruiz fue un comandante del Frente 18 que murió en un operativo del Ejército en 2015).

También, estos hombres aseguran que están supuestamente alineados con la disidencia que lidera en el Sur del país alias Gentil Duarte.

Ese asunto es clave porque una de las preguntas que hay alrededor de los disidentes de las Farc es qué tan conectados están entre sí y alrededor del proyecto de Duarte (la conexión está probada ya, por ejemplo, en el Catatumbo, como contó La Silla Santandereana).

Estas versiones en terreno las confirma la Defensoría del Pueblo que acaba de emitir una alerta temprana para esos tres municipios, advirtiendo que campesinos, líderes sociales, miembros de misiones médicas e indígenas Zenú y Emberá Katío del Alto Sinú y de la quebrada Cañaveral, están en un “riesgo alto” por la situación.

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El documento recoge información según la cual los autodenominados disidentes farianos comenzaron a entrar a Córdoba este año, divididos en tres estructuras.

La primera entró desde Ituango hasta la cabecera del río Esmeralda, en Tierralta. Son unos 120 hombres que, hasta ahora, han hecho públicas dos cartas dirigidas a los Gaitanistas, en la que les exigen desocupar el territorio.

La segunda estructura de la disidencia está en la parte alta del río Tigre, cerca a la vereda Llanos del Tigre. Según relatos de los pobladores, el pasado septiembre se les vio por primera vez. En ese momento, 18 hombres con camuflado de las Farc citaron a la gente a una reunión en la vereda La Burra (del corregimiento de Tierradentro, Montelíbano) y les aseguraron que en total son 300 y que actúan en respuesta a los incumplientos del Gobierno en el acuerdo de paz.

Varios asistentes a ese encuentro que hablaron con la Defensoría los identificaron como viejos miembros del Frente 18 de las Farc.

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La tercera estructura también llegó desde Ituango, a través del Cañón de Río Sucio, a las veredas Aguas Lindas y Santa Rosa del corregimiento de Juan José, Puerto Libertador.

Este 16 de octubre que pasó se registró su primer combate con el Clan del Golfo. Dos días después emboscaron a dos miembros de ese grupo y el 2 de noviembre retuvieron por seis horas a 60 campesinos.

El informe de la Defensoría también detalla que hace dos semanas esta disidencia puso a circular un audio en las áreas rurales de Montelíbano y Puerto Libertador, en el que amenazan a la población que haya tenido algún tipo de contacto con los del Clan: “Todo el que se sienta untado, mezclado, emparentado, con los Urabeños, por favor, repetimos, desocupen la zona, no queremos hacer una masacre”, dicen en el mensaje de voz.

En concreto, ellos le quieren pelear al Clan del Golfo corredores de movilidad entre las cuencas de los ríos Esmeralda y Tigre, en Tierralta; y San Jorge, en Puerto Libertador.

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Esta particularidad puede entenderse a la luz de la historia reciente de la violencia en Córdoba, que es el único departamento del Caribe por el que pasa toda la cadena del narcotráfico: desde la siembra de la hoja de coca (a 2017 había 4.780 hectáreas, especialmente en el Nudo de Paramillo, según el más reciente monitoreo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) hasta la exportación por sus costas, pasando por los sitios de transformación y las rutas.

Resulta que antes de dejar las armas, las Farc operaban en el departamento con tres frentes, pero en algunas zonas tenían una suerte de pacto de no agresión con las bandas criminales para narcotraficar.

Tras su preagrupamiento para la dejación, en 2016, el Clan del Golfo, Gaitanistas o Urabeños comenzaron a ocupar los territorios dejados por esa guerrilla, a dominar en tensa calma y a administrar justicia (un asunto que también advirtió la Defensoría en otras alertas tempranas).

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Hasta que a fines del año pasado se desató una nueva versión del conflicto, luego de que una de las estructuras que conformaban el Clan del Golfo (conocida como la Virgilio Peralta Arenas o Caparrapos) decidiera “independizarse” y declararle la guerra a sus antiguos socios de bacrim.

Eso ocurrió en el Bajo Cauca pero pronto subió hasta el vecino Córdoba por los lados de San José de Uré, en la subregión del alto San Jorge, como lo detallamos en una investigación este año.

Ahora, todo indica que las disidencias de las Farc volvieron para intentar recuperar el espacio perdido y en esa nueva empresa estarían contando con la ayuda de nada menos que de los Caparrapos, los también enemigos de los Gaitanistas, según información que recogió la alerta de la Defensoría del Pueblo.

Para completar el sancocho de esta violencia en Córdoba, se empieza a evidenciar también otra posible alianza, pero entre los Caparrapos y el ELN, que nunca ha tenido presencia fuerte en este departamento.

El pasado 29 de octubre en el alto San Jorge (exactamente en el corregimiento Versalles, de Uré) se registró la incursión de unos 30 hombres armados que se identificaron como “Bloque Virgilio Peralta Arenas”, obligaron a salir a la gente de sus casas y luego pintaron las fachadas con sus siglas y las letras PST, que significa “presente”.
Cinco de esos hombres portaban brazaletes del ELN.

Lo que cree una importante fuente del Ejercito, que nos habló extraoficialmente, es que en realidad no se trató de elenos, sino de los mismos Caparrapos que, para infundir aún más terror, quisieron hacer creer que tenían esa alianza.

Aunque, según el mismo Ejército, los Caparrapos efectivamente están operando conjuntamente con el ELN en la vecina zona de Cáceres (Antioquia), para combatir al Clan del Golfo.

Esa fuente también cree que los hombres que están llegando a Córdoba presentándose como el nuevo Frente 18 de las Farc son igualmente los narcos Caparrapos que quieren cañar a sus enemigos del Clan del Golfo, un asunto que no guarda coherencia con el hecho de que varios campesinos, que los vieron por años en la región, ya hayan identificado a miembros de la disidencia como antiguos farianos.

El Ejército no niega, sin embargo, que las disidencias de Antioquia, al mando de alias Cabuyo (cuyo nombre cobró notoriedad nacional este año, luego de que asesinara a unos geólogos de la multincional minera Continental Gold), hagan algún tipo de presencia ocasional en Córdoba.

Pero hay otro asunto que fortalece aún más la tesis de que las que están llegando al territorio cordobés sí son disidencias de Farc:

Hace unas semanas, en cercanías del corregimiento de Juan José, se entregó al Ejército un hombre con fusil que aseguró que quería dejar su arma y que pertenecía a “la disidencia del Frente 18”.

Entre los detalles que dio está la supuesta línea directa de ese grupo con Gentil Duarte. Aunque no precisó ni cuántos son ni es claro bajo el mando de quién están.

Ese episodio nos lo contó un funcionario de Córdoba y nos lo confirmaron en la Brigada XI.

Por ahora, así va este nuevo episodio del complejo conflicto que sigue padeciendo Córdoba.

Esa guerra que de tanto en tanto cambia de nombres, siglas, uniformes y dinámicas, pero que sigue afectando a la población con un terror que no varía.
Tomado de La Silla vacía.com
Por Laura Ardila Arrieta

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