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Los huesos que podrían desenterrar oscuros secretos en El Vaticano

Los restos encontrados hace unos días son de mujer y abren el enigma de la desaparición en 1983 de una joven de 15 años que se llamaba Emanuela, aunque hay otros casos de mujeres desaparecidas en esa época.

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En la Nunciatura de Roma se han hecho macabros hallazgos: la semana pasada se encontró un esqueleto humano, que hoy está en manos de los investigadores. Desde entonces se habla de que esos restos pueden ser de Emanuela Orlandi, hija de un empleado del Vaticano.

Según archivos, Orlandi desapareció en 1983, a la edad de 16 años y se convirtió en uno de los grandes misterios de Italia y de la Santa Sede. Esta semana se abrió una investigación que permita la identificación de los restos.

Los investigadores explican que para establecer la edad de un sujeto se necesitan “los huesos largos enteros” o para el sexo se requiere la mandíbula, la cadera o el cráneo: “Y no los tenemos completamente”, alega.

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Sin embargo sostuvo que el cráneo, “aunque no está bien conservado, por ello llamó a la calma e insistió en que se deberá esperar a que concluyan las pruebas genéticas, para lo que se necesitarán “algunos días”.

“Si queremos tener un mínimo de seriedad, debemos esperar”, añadió el experto, en referencia a las especulaciones publicadas en medios.

El caso Orlandi y Mirella Gregori

El hallazgo de los huesos ha vuelto a sacar a la luz el caso de Orlandi, pero también de Mirella Gregori, otra joven desaparecida en el mismo año de la que nunca más se tuvo noticias y que vivía con sus padres cerca de la actual nunciatura.

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Pero los comentarios evocan sobre todo a Orlandi, pues su caso tiene muchos componentes de misterio y en la suerte de la muchacha se cruzan muchas teorías que señalan a mafiosos, a la Iglesia e incluso al turco Ali Agca, que en 1981 atentó contra el papa Juan Pablo II.

En su momento Ali Agca aseguró que la desaparición de las adolescentes se relacionaba con la exigencia de que fuera puesto en libertad y apuntó que estaban vivas, pero fue una hipótesis que nunca se tuvo demasiado en cuenta, ya que el terrorista ha cambiado de versión en multitud de ocasiones.

En los últimos días se ha disparado la hipótesis de que los restos encontrados puedan pertenecer incluso a la esposa de un portero de la Nunciatura que desapareció en la década de 1960.

El caso de Emanuela: la joven desapareció el 22 de junio del 83 luego de salir de su clase de flauta en el conservatorio que quedaba ubicado en la plaza de San Apolinar, muy cerca del Senado de Italia. Su padre, Ercole, trabajaba en la Prefectura de la Casa Pontificia, la secretaría particular del Santo Padre, y por eso ella tenía un pasaporte vaticano.

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Su desaparición fue relacionada con la que había ocurrido 40 días antes: Mirella Gregori, de 15 años también, cuya familia vivía en el centro de Roma. Era una típica familia de clase trabajadora que se ganaba la vida con un bar, al que acudían principalmente turistas. Esta jovencita nunca tuvo conexión con la curia. Prensa de la época relatan que su madre contó que la niña fue llamada por teléfono. Había sido un compañero de clase. Ella dijo que iba a encontrarse con él y nunca jamás volvió a aparecer.

Vaticano inocente

El periodista de investigación del Corriere della Sera Fabrizio Peronaci escribió que “cuando se habla de misterios religiosos que comportan alguna responsabilidad de los ambientes eclesiásticos, inmediatamente se evoca la desaparición de Emanuela”. Este periodista, autor de varios libros sobre la desaparición de Orlandi, dice que “es poco probable que los huesos sean de las adolescentes.

“El lugar donde se han hallado los restos nos lleva a pensar en Mirella, que vivía a pocos metros de la nunciatura, antes que en Emanuela, pero es necesario tener la máxima cautela”, asegura.

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Habrá que esperar unos días más para conocer el resultado del examen de los huesos halaldos en el sótano de la nunciatura. Laura Sgro, abogada de la familia de Emanuela Orlandi, le explicó a EFE que este es un proceso lento.

Pietro Orlandi, hermano de Emanuela, y la abogada acudieron a la fiscalía de Roma que lleva el caso después de que tras el hallazgo de los restos óseos saltase en los medios la posibilidad de que correspondieran a la joven desaparecida.

Según explicó Sgro, el ADN de la joven está a disposición de la magistratura ya desde 2012, cuando se reabrió el caso al encontrar un huesos sin identificar al lado de la tumba en la basílica de San Apolinar de Enrico De Pedis, jefe de la “Banda de la Magliana”, la mafia de Roma durante los años 70 y 80.

Sgro también agregó que la familia quiere saber por qué tras el hallazgo se vinculó inmediatamente el nombre de Emanuela Orlandi, cuando se trata “únicamente de unos 70 pequeños fragmentos óseos”.

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