Opinión

En el día rosa: Mi contribución para los familiares de enfermos con cáncer

Por: Rafael Chica Guzmán

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Es mi intención con este escrito, tocar el corazón de muchas familias que tienen un enfermo con cáncer y confieso que va dirigida principalmente a los esposos, cuyo ser amado padece esta terrible enfermedad. Escribo en memoria a mi esposa Denys Cabrales Vega, Mi Berraca.

En el año 2008, mientras estaba en Bogotá, “en reuniones inaplazables de mi trabajo”, mi esposa acudía, sola, a una cita médica para conocer el resultado de una biopsia a un tejido extraído de uno de sus senos.

La voz arrugada, convertida en llanto, que escuché, al preguntar qué paso, me dijo de una, lo que sus labios apenas podían musitar: “Salió positiva, tengo cáncer”. El silencio en los dos teléfonos se prolongó por segundos eternos. Miles de cosas pasaron por mi cabeza y sin mencionarlo, ambos pensábamos en lo mismo: la muerte.

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Mi esposa enfrentó la enfermedad como la más valiente. Tal vez influenciada y animada por una vecina de la casa de sus padres, que lleva más de 20 años en tratamiento de la enfermedad, decidió que viajáramos a Medellín a consultar al doctor Fernando Herazo, el médico que muchos señalaban como uno de los mejores especialistas en cáncer de mama del país.

Algo que aprendí en ese momento, pero que lamentablemente es un consejo que no todos podrán seguir, es que para el paciente con cáncer es muy gratificante poder tener la opción de escoger el médico tratante.

Lo digo porque al principio nos limitamos a buscar la atención de la enfermedad a través de los profesionales que nos ofrecía, en ese momento, la EPS a la cual estaba vinculada mi esposa en Montería, y con el respeto a esos profesionales, la atención no fue la mejor y eso llevó a situaciones que hicieron más grave nuestro caso.

La atención en Medellín y primera cirugía practicada en esa ciudad, donde la EPS nos dio la hospitalización, pero con recursos propios se canceló el médico que escogimos para el tratamiento, fue todo un éxito. Pero más exitosa fue la satisfacción de mi esposa porque se le había complacido con la escogencia de su doctor.

A la salida del hospital donde nos atendieron en Medellín, al señalar que deseábamos volver para continuar con el tratamiento, para satisfacción y orgullo cordobés, el mismo médico especialista le dijo a mi esposa que no había necesidad de viajar a Medellín porque en Montería existía una de las mejores clínicas del país para realizar el tratamiento: la Clínica IMAT.

Llegó el momento de las quimioterapias, las radioterapias, los exámenes periódicos de control y en esta etapa hoy me pregunto:

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Sí hay verdadera conciencia sobre lo que significa la soledad para un enfermo de cáncer? Cuántos familiares de enfermos de cáncer saben qué tan importante es para esa persona que sufre la enfermedad un acompañamiento a la cita médica? Estar a su lado en la sesión de quimioterapia? Hablarle durante las largas horas que esperan el turno para la radioterapia?. Sobarle el brazo mientras está conectado a la máquina de quimioterapia?

Y si por razones, que casi siempre las hay para no estar a su lado, sabrán cuán importante es que al llegar a casa la reciban con el mejor de los abrazos y el más amoroso beso? Sabrá el familiar, pero sobre todo el esposo o esposa del enfermo de cáncer, que su ser amado odia que la primera pregunta sea cómo te fue?

La aparición de la enfermedad en mi esposa Denys coincidió con mi período como alcalde de Cereté, lo cual limitó mi acompañamiento al inicio de su tratamiento. No me lamentaré de no haber estado a su lado porque sería desconocer lo berraca que fue ella. Las pocas veces que quise acompañarla me indicaba que debía atender mis obligaciones y como para darme ejemplo fui testigo de cómo iba en su carro a las quimioterapias y salía de la clínica a continuar su papel de gestora social y docente escolar.

Pero lo de mi esposa fue un caso excepcional ya que soy testigo que lo más frecuente es que quienes asisten a las quimioterapias salen de la clínica con mucho malestar e incluso algunos no salen y deben ser internados para su recuperación.

Aquí me asaltan otras inquietudes: Por qué las quimioterapias y radioterapias le dan tan duro a unos pacientes, a otros les da leve y a algunos no les da nada? Más preguntas que pronto despejaré en ese conversatorio con expertos, frente a un auditorio.

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Avanzada la enfermedad, y ya sin obligaciones como alcalde, tuve la oportunidad de acompañar muchas veces a mi esposa a su tratamiento: En la sala de quimioterapia se refleja con dureza la realidad social de este país y la realidad familiar, que me motivó aún más a contar esta historia.

De un lado la señora bien vestida, acompañada de muchos familiares y hasta amigos con mecatos, jugos, un manto para tejer o juegos para distraerse. Al otro lado, una mujer solitaria me cuenta que a duras penas consiguió para el pasaje para llegar al tratamiento, pero no le alcanzó para desayunar antes de entrar a la sala.

Afecta o no ir solo a las quimioterapias? Qué debe hacer el acompañante durante la quimioterapia? Son inquietudes para los expertos.

La mujer es vanidosa por naturaleza y está muy pendiente de su imagen. Esta situación en la mujer enferma con cáncer es otro factor adverso, en la fortaleza que debe tener para enfrentar el tratamiento. Vaya momento difícil cuando a la mujer con cáncer se le comienza a caer el cabello.

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Cuando a mi esposa Denys se le cayó totalmente el cabello, me esperó encerrada en su habitación y no quería dejarse ver. Cuando la tuve de frente, y lo digo con toda sinceridad, la vi hermosa y así se lo hice sentir. Obviamente su bajón en la autoestima no le permitió creerme, pero rompí el hielo diciéndole: Dios me ha bendecido porque tengo en una mujer a las dos mujeres más hermosas que he visto en mi vida, tu y Demi Moore, ¡Voy a dormir esta noche con Demi Moore! Reímos largamente y de allí en adelante contaba a sus compañeras de quimioterapias que ella era mi Demi Moore.

Este escrito forma parte de un conversatorio que he propuesto a la Clínica IMAT y a la Liga Cordobesa Contra el Cáncer. Deseo sentarme con expertos en el tema, para contar mi experiencia y delante del auditorio, entrevistarlos sobre el tema. Hacerles preguntas que muchas veces los que padecen la enfermedad o sus familiares no se atreven a hacer por pena o temor a saber la verdad.

Dejo algunas de esas preguntas: Por qué casi siempre el esposo o esposa deja a su ser querido, tiene algo que ver el cáncer con el desamor? Es bueno o malo saber que el tratamiento no sirvió y quedan días, semanas o meses de vida? Se puede tener relaciones sexuales durante el tratamiento?

Hoy en el día de la lucha contra el cáncer de mama y habiendo vivido la experiencia con mi amada esposa, le digo a las mujeres que han leído este escrito: el cáncer de mama no es muerte, el cáncer de mama es tratable detectado a tiempo y eso está en tus manos, o mejor en tus dedos… tócate.

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